Cuando el aire es frío y el alma extraña,
cuando el alma duele y escasea el abrigo.
Hojas arrastradas por la tierra, bamboleadas por el viento y lanzadas al vacío.
El sol calienta, la noche enfría, perenne invierno de soledad.
La mañana, húmeda por el rocío de la incertidumbre y el gélido transcurrir de los días,
Donde el tiempo pasa, sigiloso, sin decir palabras.
Ni el menor atisbo de su presencia, ni su constante e ineludible trascurrir.
Aguas turbias, fuertes corrientes, ríos buscando la mar.
Flores cerradas, capullos abiertos, buscando el sol y aguantando la tempestad.
Sólo un sol, de cálidos rayos de luz, ilumina sus pétalos, amortigua el impacto, suaviza su caída.
>> Porque si no fuera por la luz, no se vería la belleza de las flores.
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