
Observando la vida.
Viendo el pasar de los días,
el volar del tiempo.
El transcurso del vivir.
Unas veces estresantemente acelerado.
Otras, desesperadamente lento.
Porque cada día que pasa estoy más cerca del futuro,
y el futuro conlleva unos aspectos muy dispares.
Miedo a lo desconocido, miedo al paso del tiempo,
expectación ante lo venidero.
Alegría y tristeza en el presente. Al mismo tiempo.
Porque no todo sale como esperamos y deseamos.
Porque siempre hay algo que nos hace tropezar,
y caer.
Sin embargo, no hay mayor alegría
que el encontrar a alguien que nos pueda levantar,
que nos ayude a incorporarnos y a seguir nuestro camino.
Ese camino que recorremos día tras día,
y que, paso a paso, nos lleva a nuestro destino.
Un destino que, ya bien sea incierto,
no deja de ser nuestro futuro.