Momentos en los que estás pletórico y unas meras palabras
pueden hundirte en el más profundo de los océanos.
Palabras que hacen mella en ti, que no las puedes olvidar
y que duelen.
Momentos en los que lo ves todo negro y una mera sonrisa
es capaz de iluminar tu espíritu y llenarlo con su luz.
También sencillas palabras que te hacen esbozar a ti a su vez,
una leve sonrisa.
Que devuelven el brillo a tus ojos.
Ese brillo que creías perdido para siempre.
Te hinchan de orgullo, sientes que lo que estás haciendo tiene significado, tiene un sentido.
No has hecho nada en vano.
Y te alegras. Sientes como una ráfaga de energía limpia y pura recorre todo tu ser,
arrastrando consigo todo rastro de oscuridad y tristeza.
Y das gracias. Gracias porque la vida está llena de sorpresas.
Y a veces llegan cuando menos te las esperas. Para bien o para mal.
Porque no todo puede ser bueno o malo. A veces el gris no es tan malo.
Alguien dijo una vez:
'Come algo amargo al día para no olvidar el sabor que tiene'.




>> Porque hay veces que no encontramos sentido a nada cuando es él el que, tranquilo,
está esperando a que le encontremos.
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